Cuando fui madre por primera vez, yo era una persona totalmente inexperta en el mundo de la crianza, soy hija única, con la familia lejos en distancia, sin contacto con amigos que tuvieran hijos pequeños, estaba sola ante un mundo desconocido. Mi esperanza era que en el curso de preparación al parto me contaran algo más, sobre los cambios que iba a tener mi vida, y la verdad es que nos contaron poco, cosas sobre el parto, cómo agarrar y bañar un bebé y poco más. Y yo quería saber más de la parte emocional, los cambios que sufre una mujer en particular y la pareja en particular al convertirse en madres y padres.
De este modo, empecé a leer muchos libros, y lo que leía, no me satisfacía en absoluto, todo era muy técnico, muy frío, muy clásico, parecía que en la educación nada había cambiado desde hacía siglos, y vaya que si ha cambiado. Las necesidades de las mujeres y hombres de hoy en día son diferentes, somos personas diferentes, nos relacionamos de forma diferente y no nos han educado para ser padres y madres. Lo que me parece peor es que ni siquiera se valora…. es tan grande la responsabilidad, y tan poca la preparación, que sentía que tenía que transmitir a personas que estaban, están y estarán pasando por esta circunstancia.
Es por esto que me he dedicado a prepararme, a estudiar, a ver y comprender desde dónde actuamos y dónde queremos llegar en esta vida y realmente siempre está la misma respuesta: “TODOS QUEREMOS SER FELICES”.
En mayor o en menor medida, ese es nuestro objetivo principal en la vida y veo muchos padres y madres sufriendo porque no pueden estar todo el tiempo que quisieran con sus hijos, o porque cuando están con ellos no quieren que les falte de nada y les regalan millones de cosas, o porque se sienten culpables de trabajar tanto, o porque no saben qué estilo educativo utilizar en casa, o porque creen que en el colegio les van a educar, o porque…
Quizás te preguntas qué relación tiene la educación con el desarrollo personal y para mí y con el tiempo me ha ido quedando más y más claro. Educar es en parte transmitir unos determinados valores, esos que en principio deberían regir nuestro día a día. Lo que ocurre es que o no sabemos qué valores tenemos, o los valores nos han venido impuestos y nosotros los hemos acogido y asumido como propios y después cuando empezamos a crecer surgen luchas a nivel interno que hacen que nos sintamos “descolocados”.
El plantearnos quizás ir contra aquello que hemos recibido en nuestro sistema primario nos crea dudas existenciales y dolor que no somos capaces de sanar. Por eso es importante plantearse donde estoy y a donde quiero ir.
Quizás somos personas que han recibido un tipo de educación que no sé si cuadra o no, en principio parece que sí, pero algo no encaja, en realidad estamos repitiendo modelos que hemos aprendido de una educación de hace años en los que la mujer estaba en un segundo plano, no estaba tan empoderada como ahora, la educación a nivel emocional está a años luz de lo que hemos recibido de nuestros padres o incluso lo que vemos en determinados ámbitos sociales y escolares y lo que queda por hacer.
Ahora afortunadamente está empezando una época en la que podemos decidir qué hacer con la información que tenemos, ahora es cuando tenemos el poder en nuestras manos. Ver opciones y elegir la que más se adecúa a mis circunstancias. No debemos creernos firmemente y con los ojos cerrados lo que nos cuentan, sino que podemos contrastar toda la información, aprender de nuestras equivocaciones sin anclarnos en un sentimiento de angustia o autocastigo, quedarnos con la que nos vale y desechar la que no nos es útil o incluso la que en última instancia nos lastima, pero no somos capaces o no sabemos soltar, dejar ir.
Con el proyecto además de fomentar el autoconocimiento y crecimiento personal, también estamos expuestos a diferente tipo de información, basada sobre todo en el respeto a la diferencia.
Se puede ser TRIBU estando alineados con unos determinados principios y también respetando las diferentes opiniones, porque en ambos casos la tribu crecerá.